¿Los pitbull son peligrosos por naturaleza o por sus amos?

Los defensores de los pitbull y otras razas catalogadas como peligrosas -dóberman, bull terrier, rottweiler, tosa japonés o fila brasileiro- aseguran que los comportamientos agresivos se deben a la mala crianza de los dueños, y que con una buena educación el perro puede ser muy manso y cariñoso.Los detractores, por su parte, dicen que no hay poder humano que logre controlar los instintos agresivos de estas razas, y que lo mejor es esterilizarlos para evitar su procreación. Pero entre las dos posturas hay un punto medio.

Alejandra Ramírez, etóloga clínica experta en el comportamiento de perros y gatos y directora del centro de entrenamiento canino Perronalidad, explica que la agresividad de estas razas depende 50 por ciento de la genética y 50 por ciento del ambiente, es decir, del entorno en el que crece y la crianza que recibe. En cuanto a la genética, el pitbull fue creado en Estados Unidos a principios del siglo XX del cruce entre bulldogs y terriers. El objetivo era crear una raza que combinara la bravura de los terriers con el atletismo de los bulldogs para ponerla a competir en el “bull-baiting”, un “deporte” que consistía en encerrar en un pozo a un perro y a un toro para que pelearan hasta la muerteDe ahí viene su nombre: pitbull significa, literalmente, “pozo del toro”. Y según Ramírez, un perro de esta raza es capaz hasta de tumbar una vaca.

El otro 50 por ciento, el ambiente, tiene que ver con la crianza y los cuidados de los amos. La etóloga explica que un perro de raza potencialmente peligrosa debe permanecer hasta los tres o cuatro meses de vida con su madre y sus hermanos, porque cuando es sacado antes de tiempo empiezan los problemas. “La mamá le enseña al cachorro cómo debe comportarse, le muestra que no debe morder duro, le enseña a comer y a hacer sus necesidades”, dice Ramírez.Además, los primeros seis meses son fundamentales: es ahí cuando el amo debe mostrarle el mundo al perro y enseñarle a relacionarse con los demás perros, humanos, niños, carros, caballos; en medio año, el perro aprende a relacionar con el entorno en el que va a vivir.
Para esto, la etóloga sugiere como mínimo tres horas diarias de actividad física y de socialización. “Y tres horas bien dadas”, puntualiza. Por eso Ramírez recomienda que las personas que quieran adoptar perros de estas razas evalúen cuánto tiempo tienen y si cuentan con los recursos para educar a sus mascotas y brindarles alimentación y salud: “Cuando no tiene todo eso y sale a la calle, el perro sale, literalmente, a comerse el mundo. Porque no lo conoce”.
Otro error que cometen los dueños de perros es tratarlos como si fueran bebés. “Cuando el perro duerme en la cama y come pollo con sus amos, también hay problemas”, dice la etóloga. Y es mucho peor cuando tratan de educar a los perros con medios violentos, porque los animales absorben lo que les brindan sus dueños. “Muchas veces la educación de los perros es a punta de golpes, a punta de periódico, un grito, una patada o un encierro. No hay un aprendizaje real, porque adoptan una actitud por temor. Lo que debería hacer uno es educar en positivo”

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